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sábado, 31 de diciembre de 2011


Llega a mi mente el recuerdo de la primera vez que nuestros caminos se cruzaron. Acababa de cumplir 15 y salía de una larga relación con tu hermano mayor, con quien había vivido muchas experiencias tanto alegres como amargas y con la que compartí tórridas noches de jugueteo adolescente. Un amigo me comentó que también estaba pasando por una experiencia similar y que había puesto sus ojos en la menor de ustedes tres, quien por aquel entonces empezaba a alcanzar su apogeo.

También me había hablado de cuán divertido podías ser y por sobre todo, la belleza que ofrecías a pesar de ser tan joven en aquel entonces. Admito que en cierta forma, empecé a idealizarte y anhelaba estar contigo, pese a que en aquel tiempo le pertenecías a otra. Pero fue élla quien sirvió de intermediario para que podamos comenzar lo que hasta ahora ha sido la más fructífera y satisfactoria de todas mis relaciones.

Aún recuerdo la primera vez que te llevé a mi casa. Admitámoslo, nunca le caíste bien a mi madre. Ella siempre te veía de una mala manera, ya que veía que pasaba mucho tiempo contigo y temía que descuidara mis estudios. Recuerdo que peleé mucho con ella para poder llevarte a mi cuarto para que no nos molestaran, sosteniendo prolongados encuentros recreativos incluso hasta altas horas de la madrugada.

Lo admito, me gustaba engreírte mucho. Te compré todos los accesorios que creí que te asentarían mejor y destinaba una parte de mi salario en aquellos mimos. Era la envidia de mis amigas, quienes me decían que era una chica con suerte al tenerte en mi vida y que incluso, hasta querían robarte y que seas de ellas. Pero yo les decía que eso era imposible, ya que durante aquella época, éramos inseparables.

Pero como toda relación, la nuestra se desgastó con el tiempo. No sé en qué momento dejamos de ser lo que fuimos. Lo único que sé, es que tú no tuviste la culpa. Pequé de infiel al posar mi mirada en la (por ahora) menor de tus hermanos, aquel por el cual te había abandonado mi amiga un par de años atrás y por la que sé que te reemplazaré en un futuro mediato. Solo quiero decirte gracias por el tiempo compartido y espero que puedes encontrar a alguien al que puedas hacer igual de feliz que a mí.

Hasta luego, PlayStation 2.

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